Si queremos sobrevivir como especie, nuestro destino pasa por hallar otros planetas habitables. Hoy estamos un poco más cerca de ese destino. Un equipo de astrónomos ha encontrado el que podría ser nuestro próximo hogar en el cosmos, un sistema con seis planetas en zona habitable.
El santo grial de los sistemas solares
Trappist-1 es una estrella enana roja ultra-fría del tamaño de Júpiter ubicada a 12 parsecs de la Tierra (aproximadamente 39 años luz), en la constelación de Acuario. No es una distancia tan corta como los 4,25 años luz que nos separan de Próxima Centauri, pero podría ser mucho peor en términos astronómicos.
Alrededor de esta estrella orbitan nada menos que siete planetas. Los datos preliminares sugieren que los seis más cercanos a la estrella son planetas rocosos con una masa muy similar a la de la Tierra. Es más, la distancia que los separa de Trappist-1 sugiere que la temperatura en la superficie de estos planetas oscila entre los 0 y los 100 grados Celsius. En otras palabras, están dentro de lo que los astrónomos consideran la zona de habitabilidad, la región alrededor de una estrella en la que la luminosidad y el flujo de radiación permitirían la presencia de agua en estado líquido sobre la superficie.
Un telescopio robot para cazar exoplanetas
¿Cómo hemos descubierto este auténtico santo grial de los planetas habitables? Todo comenzó en mayo de 2016. Un equipo de astrónomos al mando de Michaël Gillon, del Instituto de Astrofísica y Geofísica de la Universidad de Lieja, en Bélgica utilizó el telescopio Trappist para observar la estrella enana ultra-fría 2MASA J23062928-0502285, ahora conocida como Trappist-1.
Si el nombre suena a cerveza es porque Trappist (siglas en inglés de Telescopio Pequeño para Planetas en Tránsito y Planetesimales) es un pequeño telescopio robótico operado desde Bélgica. Su nombre es un homenaje a la orden belga de los monjes trapenses, famosos también por sus cervezas. Trappist está ubicado en el Observatorio de la Silla, en Chile, y está operado por el Observatorio Europeo Austral (ESO).
Valiéndose de la técnica conocida como tránsito fotométrico (observar los cambios de luminosidad de una estrella cuando un planeta pasa frente a ella), Gillon y su equipo descubrieron tres planetas del tamaño de la Tierra orbitando alrededor de Trappist-1. El estudio se publicó en Nature.
El descubrimiento era lo bastante inusual como para merecer más atención, así que la NASA enfocó el telescopio espacial Spitzer hacia el sistema Trappist-1. Los detectores sensibles al espectro infrarrojo de Spitzer son perfectos para analizar el débil brillo de la enana roja. Tras 21 días examinando la estrella, Spitzer descubrió que no eran tres, sino siete, los planetas en el sistema. Los datos del telescopio también permitieron extraer los datos que sabemos del sistema Trappist-1. Lo que nos lleva al siguiente punto.
Qué sabemos de los siete planetas
De momento, lo único que podemos hacer es deducir sus características basándonos en lo que sí sabemos de ellos, que son datos como su período orbital (lo que tardan en dar una vuelta completa a su estrella), la distancia que les separa de su estrella, el radio aproximado y la masa. Esta tabla resume esos datos comparados con los planetas de nuestro Sistema Solar.
Un observador atento comprobará que los planetas del sistema Trappist-1 están increíblemente cerca de su estrella en comparación con la Tierra. Si Trappist-1 fuera como nuestro Sol, el panorama para la vida sería completamente imposible, pero recordemos que la estrella es una enana roja ultra-fría e increíblemente pequeña.
La estrella Trappist-1 emite muy poca luz, calor y radiación, lo que ha resultado en un sistema estelar estable que es una especie de versión en miniatura del nuestro. Los planetas están tan próximos que se podría viajar de uno a otro en cuestión de días con los medios actuales. Llegar hasta allí, por supuesto, es otro asunto aún por resolver.
Averiguar qué clima hace a 39 años luz
¿Tienen agua entonces? ¿Podrían ser habitables para el ser humano? Aún es muy pronto para saberlo. Trappist-1 emite muy poco calor, pero su cercanía hace sospechar a los astrónomos que los siete planetas están sincronizados con la estrella en lo que se conoce como acoplamiento de marea (Su rotación y su traslación están sincronizadas de manera que siempre dan la misma cara a la estrella.
Si efectivamente se confirma, significaría que los tres planetas más cercanos a la estrella (Trappist-1B, Trappist-1C y Trappist-1D) sufren un efecto invernadero demasiado acusado y, por tanto, serán demasiado calientes como para que haya agua líquida salvo quizá en alguna zona en la mitad oscura de su superficie.
El más lejano, Trappist-h probablemente sea demasiado frío. Sin embargo, y hasta donde sabemos por los modelos climáticos, Trappist-1E, Trappist-1F y Trappist-1G tienen las condiciones perfectas para albergar océanos de agua líquida en caso de que tengan atmósfera.
¿Y ahora qué?
El descubrimiento del sistema planetario alrededor de Trappist-1 es histórico no solo desde el punto de vista de la búsqueda de exoplanetas. También podría marcar el comienzo de una verdadera carrera espacial interestelar si finalmente se confirma que son planetas habitables para el ser humano.
¿Cuál es el siguiente paso? De momento, Spitzer y otros telescopios terrestres van a seguir examinando atentamente el sistema para aprender más sobre su dinámica, pero las respuestas más jugosas probablemente no lleguen al menos hasta 2018. Ese año será cuando pongan en órbita el sucesor del Hubble, el telescopio espacial James Webb. Sus sensores podrían utilizarse para analizar la composición química de los planetas de Trappist-1 y así saber si tienen atmósfera y de qué elementos se compone. Por otra parte, las formas de vida dejan una huella química muy característica. El James Webb nos podría dar serios indicios de si alguno de los Trappist-1 más prometedores tiene vida en su superficie.
Si el James Webb no logra ningún resultado, el siguiente paso sería esperar a 2024. Ese es el año previsto para la inauguración del colosal Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT por sus siglas en inglés). El E-ELT será capaz de detectar la presencia de agua en los planetas del sistema. Si logramos confirmar ese punto el siguiente paso es encontrar una manera de enviar alguna sonda hasta allí. Las que quieren enviar a Próxima B serán un buen entrenamiento. [Nature]