Aqui damos un vistazo a la historia de la Ciencia Ficción en España, Centro-América y El Caribe.
Ciencia ficción en idioma español
A pesar de que la ciencia ficción en español no ha tenido un peso equivalente al de su homóloga en inglés, hemos querido destacar, de todos modos, que existe una serie de obras que han gozado de gran éxito en nuestra lengua, como, por ejemplo, Seis días fuera del mundo, de Juan Pérez Zúñiga, publicada por primera vez en 1905 y que se apunta como una de las primeras obras en español que describe un viaje interplanetario. En efecto es necesario acotar que son muchos los autores que han deleitado a sus lectores con sus aventuras futuristas. Así, junto a autores latinoamericanos de prestigio, como el argentino Adolfo Bioy Casares o el uruguayo Mario Levrero, trataremos de presentar, de manera sucinta, pero significativa, algunos autores y obras que a estas alturas son verdaderos clásicos del género en España y en América Latina en general.
España
La ciencia ficción es un género literario, que en España no ha alcanzado la popularidad e importancia que tiene en los países anglosajones o en algunos otros países de idioma castellano. Pese a esto, existe una tradición al respecto, que se refleja en la gran cantidad de títulos publicados, así como en su nómina de autores. Muchos de éstos se han pasado recientemente a la fantasía heroica o la literatura infanto-juvenil, por el auge comercial de estos géneros.
Existe un cierto número de autores que se pueden considerar precursores como Nilo María Fabra (escribió tres libros de relatos de ciencia ficción y de ucronía política entre 1885 y 1897, como la obra Cuatrocientos Años de Buen Gobierno, editado en Barcelona en 1895) o José de Elola (en el campo de la ciencia-ficción escribió bajo el pseudónimo Coronel Ignotus 17 títulos para la colección “Biblioteca novelesco-científica”), de interés meramente académico; Jesús de Aragón autor de 40.000 kilómetros a bordo del aeroplano Fantasma, conocido como el Julio Verne español, o Enrique Gaspar que se adelantó a H.G. Wells con su propia máquina del tiempo en el libro titulado “El anacronópete“, publicado en el año 1887.
A pesar de la existencia previa de los autores ya mencionados, en la actualidad los autores españoles más destacados del género son los formados en torno a la revista Nueva Dimensión y a la explosión de la CF que se dio a mediados de los años 1970 y principio de los años 1980 y1990, en gran parte debida a los libros de bolsillo y que han alcanzado una madurez literaria más que saludable: es el caso de Ángel Torres Quesada, autor de la serie El Orden Estelar; Carlos Saiz Cidoncha (Historia del futuro, La ciencia ficción como fenómeno de comunicación y de cultura de masas en España) uno de los clásicos indiscutibles de la ciencia ficción española, tras casi cuarenta años de actividad literaria; Gabriel Bermúdez Castillo, autor de Viaje a un planeta Wu-Wei y El hombre estrella; Javier Negrete, autor de La mirada de las furias, Nox perpetua y Estado crepuscular, además de la Serie de fantasía épica sobre Tramorea La espada de fuego y El Espíritu del mago y de la novela ganadora del Premio Minotauro 2006 Señores del Olimpo y Víctor Conde, ganador del Premio Minotauro 2010 con Crónicas del Multiverso y muchos otros autores más.
Con el nacimiento de la revista Nueva Dimensión comienza a tener importancia, en España, el fandom (término que se asocia sobre todo con los aficionados a la ciencia ficción); luego con la creación de la HispaCon (El evento anual más importante del género en España) y la aparición de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, el fenómeno alcanzó su máxima plenitud.
Hacer una historia del fándom en España sería complejo, pero ha servido de vivero para algunos de los escritores y ensayistas actuales. Entre los nombres más destacados del fandom español encontramos a escritores, antologistas, críticos y editores como Domingo Santos, Luis Vigil, Alejo Cuervo o Miquel Barceló.
Muchas han sido las revistas y fanzines dedicados al medio, algunas ya retiradas y otras todavía vigentes y exitosas como: Revista Exégesis, Scifiworld Magazine, Alfa Eridiani y algunas otras no menos importantes
América Latina
A pesar de la compleja genealogía de la ciencia-ficción escrita en América Latina desde fines del siglo XVIII, existe una limitada bibliografía crítica sobre el tema, producida en el ámbito académico que se ocupa de la región. La desconfianza de la crítica latinoamericana hacia la ciencia-ficción tiene larga data y complejo origen.
Tal situación puede ser atribuida a que las preocupaciones capitales de la ciencia-ficción escrita en castellano rondan temáticas vinculadas con distintos aspectos de las ciencias sociales, en particular, lo sociológico, lo político, lo filosófico y lo psicológico, adscribiéndose a lo que se ha dado en llamar la tendencia soft de la ciencia-ficción.
No obstante, el consenso crítico en el ámbito de la modalidad retoma la perspectiva borgeana de la ciencia-ficción como una literatura “inteligente” que lee lo real políticamente.
Pablo Capanna (1939), quizás el crítico más importante de ciencia-ficción en castellano, retomaría tal perspectiva y diría:
“Más allá de toda la parafernalia futurística y galáctica, trata siempre acerca el presente […]; es lo que hace de la rama más realista de lo fantástico. Baste fechar las historias más imaginativas del género y considerar el contexto cultural de sus autores para descubrir las vetas políticas y sociales […]”
En los últimos diez años, la crítica académica por la ciencia-ficción producida en América Latina ha crecido considerablemente tanto en la propia región como en los EE.UU., Francia y España, donde se otorgan los premios Minotauro, UPC (Universidad Politécnica de Cataluña) e Ignotus a la mejor producción de ciencia-ficción en castellano.
Ya desde algún tiempo varios autores latinoamericanos han ganado importantes premios internacionales tanto en narrativa como en cómic, como ha sido el caso de Carlos Gardini (1948) quien ha recibido dos veces el UPC, o en las décadas de los sesenta-setenta el de Diego Agrimbau (1975) y Gabriel Ippóliti (1964), quienes han ganado, entre otros, el premio francés Palmarès des Utopiales.
A pesar de todo, subsisten los prejuicios de muchos críticos del ámbito académico que siguen siendo renuentes a siquiera debatir la ciencia-ficción como fenómeno cultural, o como problema estético, o como discurso ideológico aún en el limitado espacio donde muchas veces ésta misma se ha atrincherado.
El hecho innegable es que, a pesar de lo que se pueda decir en el ámbito académico, en toda América Latina puede disfrutarse, con diferentes niveles de bondad, una interesante Ciencia Ficción con una encantadora peculiaridad que define al país de origen.
Centro América y el Caribe
México
No escapa a la realidad que impera en muchas partes del mundo donde la ciencia ficción es denigrada dentro de los círculos literarios y clasificada como un género menor. Esta opinión se da pese a que en palabras de los mejores escritores mexicanos del género, la ciencia ficción no deja de tener los elementos con que cuentan otros géneros literarios.
Si la literatura conocida o publicada bajo el sello de ciencia ficción no es abundante, la causa principal no es la escasez de autores o de obras, sino la poca difusión que se les da en México. Inclusive algunos autores no dedicados a la ciencia ficción han publicado obras que pueden clasificarse así, por ejemplo, Amado Nervo, Juan José Arreola, Carlos Fuentes o Paco Ignacio Taibo II.
Si bien en la década de los años 1980 surge una generación de escritores que le dieron forma al género, como H. Pascal, (Galaxias irregulares), Ricardo Guzmán Wolffer (La saga de la V voladora), Luis Zárate, ( Hyperia) , Gerardo Horacio Porcayo (La primera calle de la soledad) esta obra, por cierto, inauguró el género del cyberpunk en México; Miguel Ángel Fernández y José Luis Ramírez… la tradición en México puede rastrearse hasta el año de 1775.
De acuerdo a Miguel Ángel Fernández, la historia de la ciencia ficción mexicana puede dividirse en cuatro etapas:
Precursores (1775-1934): Inicia con el fraile Manuel Antonio de Rivas y su cuento Sizigias y cuadraturas lunares ajustadas al meridiano de Mérida de Yucatán por un anctítona o habitador de la luna, y “dirigidas al bachiller don Ambrosio de Echeverría, entonador de kyries funerales en la parroquia del Jesús de dicha ciudad, y al presente profesor de logarítmica en el pueblo de María de la península de Yucatán”. También se cuentan diez cuentos escritos en el sigloXIX, la novela Querens de Pedro Castera (1890), los cuentos de Amado Nervo y la novela Eugenia, escrita en 1919 por el médico cubano residente en Yucatán (México), Eduardo Urzaiz Rodríguez. Se considera que esta es la primera novela mexicana de ciencia ficción pues se trata de un esbozo novelesco de costumbres futuras.
Primeras revistas especializadas con traducciones de ciencia ficción anglosajona (1934-1964).
Primera generación de autores mexicanos de ciencia ficción (1964-1984).
Autores contemporáneos (1984 al presente).
Gonzalo Martré recopiló el Catálogo General (1775-2002) y consiguió su publicación por el Instituto Politécnico Nacional con el título La Ciencia Ficción en México el año 2004 al cual le adicionó una antología de autores de CF poco recordados. Desde entonces este libro es el trabajo más serio y completo sobre la literatura de CF mexicana. Obra obligada de consulta, se halla en la Biblioteca Nacional.
Otras novelas sin duda importantes son:
El réferi cuenta nueve, de Diego Cañedo escrita en 1943. Mexicanos en el espacio, de Carlos Olvera en 1968. Cristóbal Nonato. México, de Carlos Fuentes (1987). Los mismos grados más lejos del centro, de Gabriel González Meléndez, (1991). La ley del amor, de Laura Esquivel (1995). La primera calle de la soledad, del ya mencionado Gerardo Horacio Porcayo, en 1993.
Sería incorrecto, a pesar de las limitaciones de espacio de esta reseña, no mencionar a algunos de los talentosos creadores del género, tales como: Luis G. Abbadie, Kathleen Alcalá, Mario Bellatin, Raquel Castro, Alberto Chimal, Bernardo Fernández, Jorge Guerrero de la Torre, Guillermo Lavín, Antonio Malpica, Ignacio Padilla, René Rebetez, Federico Schaffler, Mauricio-José Schwarz, Gabriel Trujillo Muñoz, Rafael Villegas.
Nicaragua
Si bien es cierto que en Nicaragua existe un evidente interés por la CF, no lo es menos que hay muy poca bibliografía disponible al respecto. Se sabe que Rafael Burgos creó una novela gráfica que se origina en el Mercado Oriental. Que Rubén Darío inspira una serie de ciencia ficción, la cual cuenta la historia de Bastián, descendiente de Rubén Darío, quien es elegido por la Organización Universal El Narrador para ser el guardián de la tierra. Para ello será entrenado por un joven sacerdote Narrador del planeta sede de la agrupación.
En el ámbito cinematográfico la isla de Ometepe, será el escenario del rodaje de una película de ciencia ficción y suspenso. El título “Los Hijos del Sol” y narra la existencia de una cultura ligada a las civilizaciones maya, tolteca y egipcia.
Guatemala
Los amantes de la CF quedaron gratamente sorprendidos con los capítulos no contados del Popol Vuh que forman parte de la nueva película de ciencia ficción El Mito del Tiempo, que se proyectó como parte de la Edición 2010 del Festival Ícaro de Cine y narra la historia de un niño en su camino a convertirse en hombre, en medio de una Guatemala post holocausto. La temática es la de la búsqueda de la identidad, y esto se ve reflejado en los personajes y las escenas, que combinan elementos futuristas con secuencias apocalípticas, de reflexión, espiritualidad y reencuentro ancestral de los mayas.
Por lo que a manifestaciones autóctonas cabe destacar Megadroide morfo-99 contra el Samuray maldito de Julio Calvo Drago (1969) Recibió el premio nacional de relato y cuento. Fue publicado como relato con contenido gráfico por la Editorial Cultura (2008). También El retorno del cangrejo parte cuatro, Editorial X, (2001). Así como sus cuentos han aparecido en diferentes antologías, revistas y publicaciones.
El escritor guatemalteco, Javier Payeras, en fecha reciente, presentó en la Embajada de México en Guatemala su novela El Limbo que forma parte de una trilogía, junto a Ruido de fondo, (2003) y Días amarillos, (2009), en la que relata diferentes etapas de la vida del personaje principal, desde su niñez hasta la edad adulta. Limbo es descrita en las propias palabras del autor como “un escenario de ciencia ficción. Es un personaje que nunca ha salido de Guatemala y de repente se pone a pensar si realmente existe, si Guatemala realmente no solo es un espacio entre el cielo y el infierno. Si alguien lo está creando o si murió antes de llegar a donde está”. El relato se desarrolla en una ciudad detenida en el tiempo a causa de las elecciones del año 2007.
Honduras
Caracterizar el relato fantástico en Honduras es algo complicado ya que las relaciones que ha establecido la literatura fantástica con el absurdo y la ciencia ficción, es imposible soslayar. Sin embargo, se establece una cronología del género en Honduras, a partir de Froylán Turcios y sus Cuentos del amor y de la muerte (1929), El fantasma blanco, hasta concluir con las últimas manifestaciones que aparecieron en la década de los ‘90.
Ya en la década de los ‘40 se gesta el inicio del cuento moderno hondureño, principalmente en la obra de Arturo Martínez Galindo quien maneja en sus cuentos temas inéditos para la literatura hondureña de su época; ese es el caso de Sombra (1940) y de Desvarío que representan, para Salinas Paguada, la primera manifestación del cuento psicológico en Honduras.
En 1956 la aparición del libro de Oscar Acosta, El Arca, representa el primer caso de una obra hondureña que en su conjunto se encuentra marcada por el signo de lo fantástico. Paralelamente, Acosta incorpora algunos elementos provenientes de la rica y original tradición prehispánica, recreándolos en algunos de sus relatos; de ellos el más acabado es, sin duda alguna, El vengador, donde la brevedad de la historia del cacique Huantepeque refuerza la fatalidad del presagio. En otros, como es el caso de Los poetas, el resultado colinda con el mito.
Casi medio siglo se tuvo que esperar para encontrar una propuesta de similar calidad. No se puede hablar de un autor, grupo o movimiento que en forma particular haya cultivado el género con especial dedicación. Sin embargo, encontramos a partir de 1980 una mayor cantidad de textos y de autores representativos de este tipo de relato.
El Salvador
La ciencia ficción es un género bastante demandado en el ámbito internacional. En El Salvador, los jóvenes prefieren la ciencia ficción en algunos casos. Sin embargo las editoriales discriminan este género literario, quién sabe por qué razones. Un escritor salvadoreño no podrá publicar su obra con facilidad, mucho menos si es una historia de ciencia ficción. Muchos oriundos desconocen que existan obras nacionales de este género… Sí es que existen. Pero no se publican. Por eso es notable encontrarse con algunas novelas que cultivan este género como la del escritor Jorge Galán: El sueño de Mariana, y La ilustre familia androide, de Álvaro Menén Desleal. Cabe destacar que esta obra fue publicada, curiosamente, por primera vez en Argentina; y su segunda edición en El Salvador en 1997, durante últimos años de vida del autor.
Costa Rica
La ciencia ficción en Costa Rica ha sido generalmente subestimada también como un género “menor” en la producción literaria de este país centroamericano, sin embargo, desde los años noventa comenzó a darse un movimiento muy notable que buscó impulsar su producción. Si bien existen antecedentes de obras literarias que podrían considerarse ciencia ficción ya desde el siglo XIX y principios del XX, no es hasta finales del XX y principios del XXI que la producción de ciencia ficción empieza a vivir un “boom”, en especial por parte de las nuevas generaciones de escritores.
Según el historiador y escritor de ciencia ficción Iván Molina, una de las primeras obras publicadas en Costa Rica de CF fue la distopía futurista El problema de Máximo Soto Hall en 1899. Sin embargo la que muchos consideran la primera obra costarricense enmarcada en el género fue El número 13,013 de León Fernández Guardia (1908), mezcla de relato policíaco y ciencia ficción.
La siguiente etapa se da a partir de la segunda mitad del siglo XX. El escritor Alberto Cañas publica El planeta de los perros en la Primera antología de la ciencia ficción latinoamericana en 1970.
Es después de los años noventa que se afianza el género. Así la novela Una sombra en el hielo de Laura Quijano gana, en 1994, el Premio Joven Creación de la Editorial Costa Rica.
La EUNED publica la primera antología de ciencia ficción de esta editorial en 1996: C. R. 2040 con autores como Fernando Leal, Francisco Quesada, Michael O’Reilly y Alí Víquez; este último publicaría posteriormente dos novelas de ciencia ficción: Anonimátic y A medida que nos vamos conociendo, con la ECR.
El impulso continuaría a partir del año 2000. Alberto Ortiz publicó la novela Azor y luna, Emilia Macaya publica en 2007 Diez días de un fin de siglo) y Jessica Clark publica su primera novela Telémaco. En el 2008 es presentado al público Destino las estrellas de Miguel Rojas.
La ciencia ficción costarricense así como la mexicana, la argentina, peruana y cubana son, quizás, las más prolíficas de América Latina. En efecto no se podría cerrar este capítulo sin mencionar al pionero Iván Molina, o a Alexander Obando, con su El más violento paraíso y Teoría del caos, o a Daniel Garro quien gana en 2008 el Certamen Latinoamericano de Ciencia Ficción con su obra Objetivo Madre y que publicaría luego La máquina de los sueños (2010) y el libro antológico Mi corazón de metal (2013). Otro autor interesante es Daniel González quien en 2010 incursiona con la novela de terror lovecraftiano Un grito en las tinieblas a medio camino entre novela de terror y de ciencia ficción. Fabian Porras es otro autor joven que ha trascendido con Fuegos fatuos (2012).
A partir de 2009 la Universidad Estatal a Distancia publicaría una antología de ciencia ficción de forma generalmente bienal con diversos autores invitados, hasta ahora las publicadas han sido Posibles futuros (2009), Objeto no identificado (2011) y Lunas en vez de sombras (2013).
Panamá
Autores como los panameños Eduardo Lince y Laura Nieto Bruña, Tony Jim Jr, le dan personalidad a la ciencia ficción de Panamá, el primero con El enigma de las esferas, una novela llena de acciones mágicas y dilemas enmarcados en una tierra naciente, donde han de enfrentarse las fuerzas fundamentales que sustentan el mundo.
El jardín interior, Novela juvenil, la tercera novela de la trilogía del Valle de Antón: Sólo una niña dotada de un aura especial puede salvar al Bosque Escondido de sus enemigos. ¿Quién será? El Bosque Escondido, es un lugar lleno de magia donde el bien lucha contra el mal y la gente se preocupa por salvar el bosque, que desaparece ante la indiferencia del hombre.
El Valle prohibido, desentraña los misterios de ese valle junto a la bruja Casilda y sus amigos. Primera parte de la trilogía del Valle de Antón.
Laura Nieto, por su parte, en 2005 publica Aldo, el Joven Rey, su primera novela de género, con la editorial panameña PIGGY PRESS BOOKS. Durante la IV Feria del Libro de Panamá, en 2007, salen a la venta su segunda novela titulada La Patrulla del Castillo Volador y también El corazón de la reina.
Tony Jim Jr ha publicado hasta la fecha tres obras: Relatos del piloto Jim: Una odisea trek, Jim, héroe galáctico y Más Jim de lo que creéis.
Cuba
Muchos autores de la llamada literatura convencional, al jugar con categorías literarias como el tiempo, el absurdo o lo fantástico, rozaron las fórmulas del género de la CF. Alejo Carpentier y Virgilio Piñera son dos ejemplos. Sin embargo, la ciencia ficción no surge en la isla como un desprendimiento de la literatura fantástica, sino como resultado de cambios sociales y ambientales.
Si bien ya en el siglo XIX Esteban Borrero había publicado algunos textos precursores, como Aventura de las hormigas, el género de ciencia ficción en Cuba nace propiamente a partir de la década de 1960.
La primera etapa comienza en 1964, con la publicación del poemario La ciudad muerta de Korad de Oscar Hurtado, considerado el padre de la ciencia ficción cubana, y de ¿A dónde van los cefalomos? de Ángel Arango, decano del género. Junto con Miguel Collazo: El libro fantástico de Oaj, estos tres autores son representativos de una etapa donde se sentaron las bases del género en la isla.
La segunda oleada de la ciencia ficción se presenta de nuevo en 1978 con la publicación de Siffig y el Vramontono 45 de Antonio Orlando Rodríguez y De Tulán, la lejana de Giordano Rodríguez, y la publicación de Las criaturas de Ángel Arango.
En 1979, se incluye la categoría de Ciencia Ficción a la convocatoria de los premios David, destinados a premiar la obra de autores noveles. El galardón recae en, Daína Chaviano, con Los mundos que amo. A partir de entonces surgen diversos intereses temáticos, en los cuales se incorporan las diferentes corrientes de la CF. En 1982, Daína Chaviano funda el primer taller literario de ciencia ficción en la historia de la isla, al que llamó “Oscar Hurtado” en honor al padre del género.
En 1991, cuando, Daína Chaviano, Chely Lima, Alberto Serret, Antonio Orlando Rodríguez, y otros… deciden abandonar la isla, comienza el período de decadencia conocido como “período especial” en la economía cubana, en que la industria editorial cae en crisis por escasez de papel y la capacidad de publicación se redujo al mínimo. El último premio David de ciencia ficción concedido en la isla fue entregado en 1990 al libro de cuentos La poza del ángel, de Gina Picart, quien también obtuvo, con el mismo título, el premio de narrativa Pinos Nuevos en 1993.
Con la paulatina recuperación de la economía del país. En 1994, aún dentro del “período especial“, se crean un nuevo taller y una revista de ciencia ficción. El veterano Ángel Arango publica Sider y se realiza la primera convención de ciencia ficción. En los años subsiguientes, se hacen intentos poco exitosos de crear nuevas revistas y fanzines, y algunos autores publican en formato de folleto. En enero de 1999 aparece (en papel y formato de boletín literario) miNatura donde publicarían en un lustro, varios autores jóvenes (Yoss, Vladimir Hernández Pacín, Juan Alexander Padrón, Juan Pablo Noroña, Michel Encinosa Fú, Erick Mota, Carlos Duarte etc.), muchos de los cuales se habían comenzado a formar dentro del ahora desaparecido taller “Oscar Hurtado“, van tomando su espacio y explorando estilos como el ciberpunk y el space opera.
Hay autores que es inevitable destacarr por su calidad y estilo:
Oscar Hurtado: La ciudad muerta de Korad. Ángel Arango: ¿A dónde van los cefalomos?, El planeta negro, Transparencia, Coyuntura, Sider, entre otros. Miguel Collazo: El libro fantástico de Oaj, El viaje. Daína Chaviano: Los mundos que amo, Amoroso planeta, Historias de hadas para adultos, Fábulas de una abuela extraterrestre, entre otros. Agustín de Rojas: Espiral, Una leyenda del futuro, El año 200. Gregorio Ortega: Kappa15. F. Mond (Félix Mondéjar): Con perdón de los terrícolas, ¿Dónde está mi Habana?, Krónicas Koradianas, Vida, pasión y suerte, entre otros. Bruno Henríquez: Aventura en el laboratorio. Yoss (José Miguel Sánchez): Timshel, Los pecios y los naúfragos, Se alquila un planeta, Al final de la senda, entre otros. Vladimir Hernández Pacín, Blade (representativo del cyberpunk cubano): Nova de cuarzo, Signos de guerra e Hipernova. Victor Hugo Perez Gallo, (VictorHache) representativo de las ucronías cubanas con Tenía la carta en la mano, y Por fin juntos los endemoniados.