Quién no ha soñado alguna vez con ponerse a los mandos del extraordinario vehículo del superhéroe que marcó su infancia. Imagina conducir el ecológico Fantastic Car que los Cuatro Fantásticos utilizaban en sus misiones, competir en las peligrosas carreras de Malastare o Tattoine a los mandos de las veloces vainas de Star Wars o pilotar cualquiera de los innumerables modelos del Batmóvil, armado hasta las cejas. Increíble, ¿verdad?

Pues ya hubo quien un intrépido vietnamita, con mucho tiempo libre, que se puso manos a la obra para construir la moto del hombre murciélago y presumir con ella delante de las chicas de su barrio. Otros, aunque sin el valor necesario para emular a Anakin Skywalker o a Mr. Fantástico, sí que se han adelantado a su tiempo y, de paso, han surtido de ideas a los estudios de Hollywood para su factoría de ficción.

Y es que, cuando Davide Cislaghi, un electricista y oficial de policia de Milán, ideó su primer monociclo, no podía siquiera imaginar que una versión mejorada acabaría siendo pilotada por el Agente J (Will Smith para los amigos) y el jóven Agente K (interpretado por Josh Brolin) en Men in Black III. Y no podía por una sencilla razón: fabricó su vehículo 79 años antes de que se rodara esta película.

Aunque el director Barry Sonnenfeld rescató el modelo que Cislaghi diseñó en 1923 para la tercera entrega de la saga de los hombres de negro, no fue la primera versión de esta extraña y fascinante motocicleta de una sola rueda. En el número 134 de la revista francesa La Vie de l’Automobile, publicado el 23 de mayo de 1904, ya aparecía un prototipo de este vehículo, del que se llegaba a decir que sobre el papel era más perfecto incluso que una moto común.

Aquel primer diseño, bautizado como ‘Petrol Monocycle’, despertó la imaginación de numerosos inventores. En 1910, Erich Edison-Puton fabricó en París un segundo prototipo que, pese a ser completamente funcional con un motor de 150 centímetros cúbicos, no tuvo demasiada aceptación por parte del público y pronto cayó en el olvido. Años más tarde, Ferdinand Schlenker of Sexau retomó la idea y construyó una réplica de este modelo que se puede visitar en el museo Auto & Technik Museum, en la ciudad alemana de Sinsheim.

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Tras la ‘Petrol Monocycle’ y el diseño de Edison-Puton, otros muchos quisieron probar suerte e intentaron dar con el modelo capaz de convertirse en un medio de trasnsporte de masas. Pero se les fue de las manos. La mayoría optó por sustituir el motor de coche que incorporaban los anteriores prototipos por hélices de avión que impulsaran el artefacto. Los diseños que pergeñó Alfred E. D’Harlingue al otro lado del Atlántico entre 1914 y 1917, tuvieron mayor repercusión, pero eran cada vez más complejos.

Entonces, con los monociclos en boca de todos, Davide Cislaghi y su Motoruota llegaron para devolver la simplicidad y la funcionalidad a estos vehículos. En esta misma línea, llegaron modelos como el del también italiano M. Goventosa que, ya en 1931, era capaz de alcanzar los 150 km/h.

Otros como J. H. Purves quisieron llegar mucho más lejos. Inspirado en un boceto de Leonardo Da Vinci, este inventor dio vida a la Dynasphere que, si bien también podría responder a la descripción de monociclo, llegaba mucho más allá que la Motorueta y que los anteriores modelos al disponer de dos plazas. Incluso estaba cubierto y protegido contra posibles inclemencias meteorológicas, pero ni así logró ser aceptado por el gran público.

Si bien ninguno de estos vehículos podría protagonizar la trepidante escena en la que el Agente J y el Agente K persiguen a un delincuente a toda pastilla por las calles de la ciudad, sí nos sirven para recordar hasta donde puede llegar el ingenio del ser humano. Desde que en 1968 algún chiflado intentara quitar una rueda a su bicicleta hasta el tipo que optó por eliminar tres ruedas de su carruaje de caballos, aún son muchos los que intentan sorprender a sus vecinos y convencerles de lo útil que puede resultar este invento. Aunque claro, si luego aparece South Park y se lo toma a risa, todos tus esfuerzos se acaban yendo por la borda.


FUENTE: cookingideas
Con información de Hemmings Daily, Douglas-Self, La Ruta66, Impact Lab y Mentalfloss.